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Marina Raluy, la nieta del hombre bala

Genís Matabosch



Una mañana de febrero de 1911, el cielo barcelonés vio nacer a Luis Raluy Iglesias, que desde muy joven ya mostraba una gran pasión por las artes circenses. Junto con otros compañeros, Luis era un habitual de las playas de la Barceloneta, donde ensayaba números de acrobacia y barras fijas. Casualmente, allí conoció al barrista Juanito Siles, que andaba en busca de un tercer elemento para recomponer la lógica matemática de su trío de tres. De ese modo, Luis Raluy pasó a formar parte de los célebres números de barras de los Oliveras o de los Keistone ―entre otros―, paseándose así por las pistas europeas más prestigiosas de la época de entreguerras.

Después de estallar la Guerra Civil, Luis regresó a su residencia de Sant Adrià del Besós, desde donde fue contratado por los circos que habían sobrevivido a la contienda: Feijóo, Royal, Romero, Maravillas... En la barcelonesa calle del Conde de Asalto (hoy Carrer Nou de la Rambla), durante la época dorada del circo español, el London Bar se convirtió en lugar de tertulia para los artistas circenses. Allí, entre paredes adornadas de fotos en blanco y negro, el humo de los cigarrillos se mezclaba con historias y técnicas, retos y lecciones... Sueños, al fin y al cabo. El London, cantera de artistas, se transformó en una verdadera agencia. Una vez ultimadas las temporadas, los artistas que todavía no habían obtenido contrato crearon asociaciones en las que, tras alquilar una carpa, sus miembros se repartían los beneficios del espectáculo a tanto por ciento. Pero el joven Luis Raluy Iglesias, en lugar de aceptar las condiciones de sus compañeros ―entre los cuales se hallaban Silvestrini y Wernoff― prefirió un sueldo fijo que, tras el rotundo éxito del programa, resultó ser una minucia con respecto al de los demás. Así, personajes como Wernoff ―que en ocasiones se asociaría con los Álvarez― o Silvestrini ―que también fue socio de los hermanos Amorós― lograron abrir nuevos circos con la fuerza y energía necesarias para desplazar a los espectáculos circenses más potentes de la época. En cambio, Luis Raluy Iglesias se condenaba a esperar más tiempo para conseguir su propio material.

En los tiempos en que Luis Raluy frecuentaba el London Bar, conoció a Marina Tomàs Jorba, una joven de Igualada procedente de una familia con posibles, que renunció a todos sus bienes por amor al barrista. Juntos empezaron a ensayar el número del “hombre bala”, que a partir de los años cuarenta los proyectaría a la fama en los mejores circos de toda Europa, como los franceses Cirque d’Hiver de Paris y Cirque Bouglione o los ingleses Chipperfields Circus y Blackpool Tower Circus.

En 1960, Luis Raluy Iglesias fue contratado por un circo brasileño (Circo do Brasil) que debutó en Madagascar y continuó su periplo por la isla de la Reunión, Dar es Salan, el Lago Victoria, Kampala, Nairobi, Kilimanjaro, Mombasa, Isla Kaulin y Hong Kong. La gira terminó de forma trágica en la capital japonesa, cuando una ola de frío acabó con decenas de animales. Los Raluy esperaron entonces un barco que parecía no atracar nunca, pero que finalmente les condujo al puerto de Barcelona. No obstante, en la Ciudad Condal les sorprendieron las inundaciones de 1963, que se llevaron consigo sus escasas propiedades. Al mismo tiempo, durante las giras fueron naciendo los cuatro hijos de la pareja: Luis, Carlos, Eduardo y Francis.

Finalizados todos aquellos contratiempos, los números de barras fijas, de hombre bala y de looping (un pequeño vehículo que, proyectado por una rampa, da un triple salto en el aire para finalizar en una red) volvieron a entusiasmar al numeroso público de los circos Moira Orfei (Italia, años sesenta), Toni Boltini (Holanda, 1968-69) y Amar (dirección Roche; Francia, 1970-71).
 
Portugal: primer circo de la familia y primeros días de Marina
Con los ahorros acumulados y tras muchos sacrificios, los Raluy vieron cómo el viento acariciaba su primer “chapitó” bajo el cielo portugués. La familia catalana había comprado el material del pequeño Circo París (dirección Waldemar), que fue rebautizado como Circo Alabama y, finalmente, como Circo Moscovo.

Durante las giras, los hermanos mayores habían ido encontrando sus respectivas parejas. Concretamente, Eduardo conoció a la artista portuguesa Maria Elena Moreira Marques, hija de Adelia Moreira Marques, trapecista, y de Waldemar Dias Marques, saltador, músico, payaso y régisseur del Coliseo dos Recreios de Lisboa. Ambos progenitores procedían de familia de artistas. Por un lado, la madre de Waldemar, la trapecista Isaura, era hija del barrista Eduardo Días (nexo de las ramas portuguesa y española de los circenses Dias), que falleció en pista cuando una de las barras le golpeó la nuca. Por otro lado, la madre de Adelia, Julia Campos Jarque, fue cupletista y actriz de teatro.

El 22 de abril de 1975, en Oporto, durante la última gira portuguesa del Circo Moscovo, nacía Marina, hija de Eduardo y Maria Elena.

Primeros pasos en España y disgregación del núcleo familiar
Asustados por el ambiente prerrevolucionario del país, los hermanos Raluy decidieron pasar su material ―camuflado en transportes de mudanzas como mobiliario― a tierras españolas, en concreto a Badajoz. De este modo, la capital extremeña fue testigo de la transformación del Circo Moscovo en Circo de Moscú, nombre que no pareció satisfacer a un determinado sector del empresariado circense. El circo pasó a llamarse Ringling, denominación que no sólo contravenía la ley, sino que además resultaba perjudicial para la competencia. Finalmente, adoptó el nombre de Circo Ringland (traducido como “el país de la pista” para quien lo veía como un plagio del gran circo americano), el circo de los famosos tiburones “vivos”, que pronto alcanzó un éxito considerable, al mismo nivel que el de los “grandes” de aquellos años.
 
En 1982, el mundial de fútbol y los vídeos domésticos inundaban los hogares españoles, lo que supuso un duro golpe al mundo del espectáculo. Por ello, el Circo Ringland decidió trasladarse a países donde la tecnología no resultara ser una competencia. Debutó en las islas Canarias, para pasar desde allí a Senegal (Dakar) e introducirse en el corazón del continente africano: Costa de Marfil, Benin, Gabón (fue el primer circo de visita en aquel país), Togo, Camerún, Kenia, Zaire y Tanzania. La gira continuó por Madagascar, Isla Mauricio, Malasia y Hong Kong, y saltó hasta el Caribe e Islandia.

Nacimiento del Circo Williams
La larga gira se repitió una segunda vez. Una vez finalizada, cansados ya de la competencia desleal con otros circos, Eduardo y Francis decidieron ―poco antes de la muerte de su padre, acontecida el 20 de mayo de 1984― separarse de sus hermanos. Surgía así el Circo Williams de Eduardo y Francis, mientras que el Ringland continuaba bajo la dirección de Luis y Carlos. Posteriormente, tomaría el nombre de Circo de España, para acabar llamándose Circo Raluy.

Mientras Luis y Carlos iniciaban una de las múltiples tournées por las Antillas y el Caribe (Guayana, María Galante, Sant Barthelemy, Pointe a Pitre, Martinica, Santa Lucía y Barbados), el Williams realizó una primera gira de un año por España, y más tarde se desplazó a África (durante un periodo de dos años y medio), donde visitaría, entre otros países, Zaire y el Congo. De regreso a España, el circo de Eduardo y Francis mostró una clara preferencia por las islas Baleares.

Recordando los sabios consejos de su abuelo, su primer maestro, Marina y su hermano Sandro se instruyeron durante tres años en la cama elástica, de la mano del ex-gimnasta Juan Vargas ―tres veces campeón de España. A pesar de que Marina ya actuaba en la pista desde los cinco años, como asistente en las matinées infantiles, su debut profesional tuvo lugar cuando contaba con 9 años, en septiembre de 1984, como miembro de la troupe de su profesor. Aquel estreno incluía un mortal en plancha. Dos años más tarde, Marina ya se presentaba junto a su hermano en una atracción completa de saltos sobre cama elástica.

Durante esa temporada, los cuatro hermanos Raluy decidieron unir sus circos para puntuales escapadas exóticas, como las del Caribe o la isla de la Reunión. Fue a la vuelta de una de esas giras cuando Marina (que a la sazón solo tenía 13 años), conoció a su futuro compañero sentimental y profesional.

Además de la cama elástica, y como es normal al tratarse de un circo de corte familiar, Marina tanteó otras disciplinas: atracciones aéreas (luna y telas), magia, platos giratorios, doma de ponis y gatos…

En 2004, la artista decidió separarse profesionalmente de su familia, alejándose del circo y entrenando los tres números que hoy en día conforman su repertorio: tango acrobático, percha de rodillas y patines. Afincados en Llucmajor (Palma de Mallorca), Marina y su esposo Karel Johan De Vor (Holanda, 5 de agosto de 1973) orientan actualmente su actividad profesional hacia las agencias artísticas que programan espectáculos en circos, teatros, eventos, barcos, variétés y hoteles, en especial dentro del archipiélago balear.

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