Orkut facebook Youtube messenger Skype Mi estado
NOVIEMBRE 2024
LMXJVSD
123
45678910
11121314151617
18192021222324
252627282930

anterior siguiente

Artículo

Articulos

No se han encontrado artículos para la fecha seleccionada

Artículos

RSS Feed RSS enviar Enviar Comentar Comentar Imprimir Imprimir enviar Estadisticas Valoración

Un Faquir en Caracas " Blacamán"

"Uno de los personajes más espectaculares que se han visto en la jaula central fue sin duda Blacamán. Blacamán era un calabrés que se hacía pasar por fakir hindú, y se decía que era capaz de hipnotizar a cualquier ser viviente. Hipnotizaba gallinas, cocodrilos, hombres forzados o forzudos y por supuesto leones, imponiendo a todos su presencia impactante: barba rala, ojos agudos y una melena hirsuta que dejaba pálida a la de la fiera más salvaje. Tanto que aún hoy en día es común oírle decir a los abuelos “estás como Blacamán” en referencia a cualquiera que haya olvidado el camino a la barbería.

Gabriel García Márquez se inspiró en él para escribir “Blacamán el bueno, vendedor de milagros” y Oscar Yánes retrata el impacto que produjo en Venezuela, en su libro “Memorias de Armandito”. La película de 1939 “You Can’t Cheat an Honest Man”, protagonizada por W.C. Field, Edgar Bergen y su muñeco Charlie McCarthy, nos regala un registro bastante fiel de lo que ha podido ser parte de su acto: W.C. Field decide “desaparecer” a Charlie y vemos a Bergen buscándolo por todo el circo, a través de pasajes enrejados llenos de leones que se agitan nerviosos, hasta que cree oír la voz del muñeco dentro de uno de ellos. Bergen llama entonces a Blacamán y este se mete en la jaula. En principio el hipnotista azuza a las fieras hacia una esquina, golpeando y revolviendo bruscamente los enseres que consigue a su paso, atemorizándolas. Una vez demostrada su superioridad se agacha y los leones regresan formando un enjambre sobre él, arropándolo al punto de casi hacerlo desaparecer, pero Blacamán emerge de nuevo sano y salvo, y se dedica a revisarle uno a uno la boca, hasta que saca de una de ellas un corbatín hecho añicos.

Aquel era un Blacamán en el tope de su carrera, protagonizando en Hollywood junto a las estrellas del momento. Mucho antes, sin embargo, ya se había labrado el calabrés un nombre en Europa y América Latina, introduciendo en esos lares el concepto de hipnotizar animales a la manera de los encantadores hindúes. En Caracas debutó en 1926, siguiendo una gira gloriosa por las principales capitales de Europa. Blacamán se presentaba en las plazas de toros antes de la corrida y era enterrado vivo. Permanecía bajo tierra hasta que caía el último toro de la tarde y entonces sus asistentes lo desenterraban sano y salvo. Blacamán tuvo muchos imitadores e incluso un falso hijo que intentó sucederle. Llegó a tener también su propio circo, el “Blacamán Circus” y regresó a latinoamérica a comienzos de los cuarenta, pero un naufragio le hizo pasarse una temporada más larga de la cuenta en Venezuela, donde según dicen resolvió el caso de un famoso león que aterrorizaba a los vecinos de La Pastora, una tradicional barriada de Caracas, y perseguía a las mujeres encintas. Basado en su experiencia el fakir jugó por lo seguro y recomendó a las damas que colocasen vasijas de leche fresca en las puertas de sus casas, pues según él, era la leche materna lo que el león andaba buscando. Ni de casualidad se le ocurrió a Blacamán hacerle frente al animal en ayunas, pues como siempre dijo “nadie puede hipnotizar a un león hambriento”.

La melena agresiva

¿Qué importancia puede haber tenido en la Venezuela de los años 40 un mago hindú llamado Blacaman? “Que fue el primer hombre con afro que conocimos en Caracas”, respondió el músico Salvador Sotillo, uno de los tantos que asistieron al Nuevo Circo de Caracas para visitar el Circo de Blacaman.

Asistir a los terrenos baldíos para presenciar espectáculos circenses se convirtió en un leit motiv para muchos venezolanos, como es el caso del escritor Adriano González León quien, además de haber escrito sobre el tema ( “Un desgaste del alma” en Del rayo y de la lluvia, cuento que gira alrededor de la historia de un amor circense), asegura haber estado enamorado, como muchos otros niños, de la trapecista del circo. “Ningún otro escenario como el de un circo para morir de amor”, relata el poeta en el cuento al referirse a las dolencias de una elefanta de circo que, acongojada por el abandono de su domador, muere de puro despecho. De su infancia, recuerda especialmente la visita del circo Razzore, que tuvo el infortunio de hundirse en La Guaira en el año 1946 cuando llegaba en el buque Euzkera para una presentación en Caracas con payasos, elefantes, músicos, equilibristas y bailadores.
En ese entonces, los circos paseaban por todo el continente, montaban sus carpas en terrenos baldíos y dejaban al irse una enorme carga de tristeza: “Un circo es el estadio del alma porque es una reunión de solitarios y de gente que se congrega para alejar su soledad. Allí era la oportunidad de que los desplazados, los menores, pudieran ejercer su poderío y, tenían gran talento para hacerlo”.

Un italiano con look de faquir

Su nombre era Aversa Blacaman y en 1949 tenía 47 años. Decía ser hijo de artistas, madre italiana y padre hindú, y aunque nació en Calcuta, creció en Italia. Aparentemente comenzó las artes ocultas con números de prestidigitación y faquirismo, aunque luego se dedicara a hipnotizar animales, que era lo que más gustaba al público. Primero le tocó a los pollos y de allí dio un gran salto a cocodrilos y leones. Viajó por todo el mundo e hizo una primera parada en Venezuela en 1930. La segunda visita, en el año 1941, significó su asentamiento definitivo y el abandono del nomadismo.

A pesar de las variopintas opiniones sobre su origen (algunos insisten en que era colombiano) el cronista Oscar Yanes y el maestro Aldemaro Romero le dan la razón al faquir. Romero, además, afirma que Blacaman era blanco. Una fotografía de éste con su mujer, una rubia europea, en la que aparece con pelo corto, flux y corbata –en pose eternizada por Cine Foto Ottica, Comm. P. D’ Agostino, Corso Garibaldi, Castro Villari–, comprueba no sólo facciones de posible origen italiano (quizás del sur) sino también su paso por Italia. El afro vendría después. Su fama como mago (que incluye el paso por Hollywood, como lo indica en una entrevista realizada por Yanes en 1949) no sólo le sirvió para trabajar con W. C. Fields, sino para compartir la gran pantalla con Edgard Bergen y con el muñeco Charly MacCarthy. Siguieron a Hollywood España, Moscú, Estambul, El Cairo, Buenos Aires, Santiago de Chile, China, Japón y, finalmente, Venezuela. Blacaman no menciona a Colombia, a pesar de la existencia de un cuento de Gabriel García Márquez ( “Blacaman el bueno, vendedor de milagros” ) en donde el escritor narra las peripecias de dos Blacamanes en Santa María del Darien. ¿Sería entonces posible plantearse la existencia de dos personajes bajo la misma identidad?

El desenlace

Durante su última visita a Venezuela en el año 1940 comienzan los problemas de Blacaman, el primero cuando el 17/10/1941, en La Esfera, aparece publicado un enorme reportaje firmado por J. D. Benavides, en el cual el articulista lo señala como un farsante; lo hizo con pruebas de la muerte del auténtico Blacaman en Moldes, Argentina, en el año 1929. Copias poco legibles de artículos de la prensa extranjera de la época fueron incluidas, con fotos del “auténtico Blacaman”, idéntico al establecido en Venezuela. “¿Un Blacaman resucitado?”, cerraba la crónica.

Al día siguiente, Blacaman visitó la redacción de Ultimas Noticias para defenderse: “Yo soy el fakire auténtico... ese Blacaman que decire La Esfera era un ex ayudante mío que me usurpó el nombre para aprovechare mi popularidad...” (Ultimas Noticias, 18/10/1941).
El surgimiento de la Segunda Guerra Mundial se encargó también de opacar su carrera y propició su bancarrota al ser señalado como enemigo en una Venezuela que se declaró partidaria de los aliados: “Cuando Blacaman está aquí, Venezuela se declaró beligerante en la guerra contra el eje y se procedió a incautar los famosos bienes de todos los ciudadanos del eje, y Blacaman era hijo de padres italianos. Italia formaba parte del eje Italia-Roma-Berlín-Tokyo. Lógicamente comenzaron a presentársele obstáculos a Blacaman con su circo porque no podía irse a Europa ni a Estados Unidos, además era la época en la que se estaban persiguiendo a los ciudadanos del eje con la famosa 5ª columna. Entonces a él lo agarra ese zaperoco aquí y, como no puede irse, se queda trabajando con el circo, pero resulta que el suyo era uno de los más grandes del mundo; tenía más de 70 leones y más de 50 cocodrilos. Mantener y movilizar aquello costaba una fortuna”.

Según Yanes, un problema con un empleado venezolano a quien Blacaman negó un aumento de sueldo, propició que se le considerara un adversario. El empleado encontró en el camerino de Blacaman un carnet del partido fachista, emitido en Roma. El caso llegó hasta extranjería y automáticamente el faquir pasó a ser ciudadano del eje y, consecuentemente, fue tratado como adversario, lo que significó la bancarrota del circo y la pérdida de su fortuna calculada en 70 millones de bolívares. Para vivir se convirtió en mecánico y montó su casa-taller en la urbanización Bigott de Maripérez: “Ya no tengo nada que ambicionar, tengo mi casa, vivo feliz con mi señora, no me azotan las preocupaciones de antaño y sé lo que es un hogar”.

Fuente: Sara Maneiro Montiel

Comentarios

Nadie ha comentado.

Añadir comentario

[para poder introducir comentarios es necesario registrarse]

Email:
Contraseña:
[recuperar contraseña]