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Hace algunos años llegó a Constantinopla una compañía de circo para actuar en uno de los teatros de la ciudad. Fue tan grande el éxito alcanzado, que llegado a oídos del Sultán, dispuso dieran una función en palacio para su regocijo y el de sus mujeres. En la compañía había un clown español (catalán), que presentaba entre otros animalillos un cerdito amaestrado, y fue tal la gracia que el bicho y su dueño causaron en el ánimo del Emperador, que mandó se le contratara para quedarse de bufón en la corte. Se le hicieron mil proposiciones ventajosas, que él rechazó siempre con firmeza, y ante su negativa se acrecentaron mas los deseos del Sultán por retenerlo. Últimamente apeló a una estratagema de Cancillería, que le dio el resultado apetecido.
Habiendo terminado la compañía de circo su contrata, recogió los pasaportes de todos los artistas, debidamente autorizados para embarcarse; pero en el momento de pasar a bordo, instantes antes de elevar anclas el vapor que los había de conducir, observó la policía turca que en uno de los pasaportes faltaba una firma indispensable. Era el pasaporte del catalán, a quien no dejaron pasar a bordo hasta tanto llenara aquel requisito necesario. El barco se dio a la mar con la compañía acrobática, mientras que el desesperado español quedaba solo en tierra llenando de improperios a aquellos policías imbéciles.
El final de esta historia lo habréis adivinado. Mientras llegaba otro barco fue atendido y obsequiado en la Corte del Sultán, y tan grata le hicieron la estancia en ella, que pasan barcos y barcos sin que el catalán se acuerde de que Barcelona está en España.
¡Y no va más de turismo!
Se tratan de las impresiones del capitán Luis Azpeita de Moros que en el año 1905 viajó hasta Turquía al frente de una comisión que buscaba caballos sementales para la remonta. Recogidas en un libro publicado en 1915: “En busca del caballo árabe: comisión a Oriente”.
En base a la naturaleza catalana que se le atribuye a este personaje bufo hemos realizado unas primeras pesquisas con vistas a intentar identificarlo.
Entre las páginas de la prensa periódica dedicadas al mundo del espectáculo hallamos a lo largo de todo el año 1892 una Compañía ecuestre, gimnástica, acrobática y cómica dirigida por un catalán que se presenta ante los públicos como “Don Cirilo Llop”, conformada expresamente para la apertura de un nuevo circo construido en el Paralelo de la ciudad de Barcelona (Circo Español Modelo).
Entro los integrantes de aquella numerosa troupe artística se encontraban sus propios hijos (Hermanos Llop) que actuaban como clown. Durante una gira de verano desarrollada ese mismo año por el archipiélago balear el excéntrico "Sr. Llop" incorpora a su repertorio un exitoso número con un cerdo amaestrado en el tiempo record de veinte días.
Conocemos por la prensa que en 1893 la Compañía inicia una gira itinerante por diferentes países europeos perdiéndosele definitivamente el rastro.
Ligeramente anterior en el tiempo (1888) en otra compañía de gira por tierras aragonesas aparece un tal Mr. Fiori con su cerdo amaestrado.
En otro relato, aportado por los miembros de otra comisión militar que visitó Turquía a finales de 1904, se reproduce la misma historia anterior, aunque con ligeras variantes. Incluye también una obligada referencia al músico Aranda Pachá:
Ha regresado de Constantinopla la Comisión Militar del Arma de Caballería que fue allí con el objeto de adquirir caballos árabes, y de la relación de su viaje que publica La Correspondencia Militar copiamos los siguientes párrafos:
En Constantinopla tuvieron el gusto de ver a los españoles que viven en la Corte del Sultán. Vieron todos los días al famoso Aranda Pachá, del que han hablado los periódicos alguna vez. Este español, que de profesor de piano en París ha ascendido a general de división en Constantinopla, vive feliz en la ciudad del Bósforo. Tiene una hija encantadora que toca muy bien el violín, tan bien, que un día que tocó delante del sultán y su familia, una princesa se quitó de uno de sus dedos una sortija y la puso en otro de la hija de Aranda; la sortija está valorada en 17.000 francos.
Otro español, que es capitán y goza de gran influencia en la Corte, es un jerezano, de la propia calle de Bizcocheros, llamado Juan Torres. El buen Juan Torres fue a Constantinopla de clown con una compañía ecuestre; llevaba dos o tres animales amaestrados y le hizo tanta gracia al Sultán, que le propuso quedarse en la Corte con un buen sueldo; el no quiso y entonces fue emborrachado y le hicieron perder el vapor; desde entonces allí está cobrando libras turcas a base de ingenio.
Para ganarse el favor del Sultán amaestró en quince días un pavo. Se descosió el pantalón, y por el descosido se introdujo un pañuelo; enseñó al pavo a picar el pañuelo y tirar de él. Cuando vio el sultán la operación, creyó que el pañuelo no lo era, sino el faldón de la camisa de Juan Torres, y le hizo tanta gracia que le nombró capitán de su ejército.
Estas diferencias o ligeros juegos de despiste habría que atribuírselos al ingenio del propio clown español, que por prejuicios u otras razones no debía de sentirse demasiado interesado en que trascendiera su verdadera identidad entre sus compatriotas.
Son varios los artículos publicados en la prensa española de principios de siglo en los que se hace referencia a las extravagancias del sultán y a su relación con los artistas, abordados casi siempre desde una perspectiva occidental bastante desconsiderada:
Los artistas de nota que actúan en la capital de Turquía no suelen salir de Constantinopla sin exhibirse en el escenario de Yildiz. Por cada una de estas veladas paga el sultán de 4 a 5.000 francos; pero la suma nunca llega íntegra a manos del artista. La capacidad artística del sucesor de Mourad V corre pareja con su entidad moral: a un clown que trabaja con un cerdo amaestrado le adjudicó un lugar preeminente entre la troupe imperial, dándole 1.000 francos mensuales, casa comida, uniformes… y la condecoración de Medjidie.
En las memorias del hijo del sultán (Avec mon père le sultan Abdulhamid: de son palais à la prison) también aparecen confusas referencias al domador-clown. Este le atribuye nacionalidad francesa:
“Además de los artistas italianos (familia Stravolo) había en la corte dos franceses, llamados Bertrand y Jean. Bertrand era imitador y prestidigitador. Cada año pedía a mi padre permiso para ir a Francia y regresaba con números nuevos. Fue él quien introdujo el cine en palacio.
En cuanto a Jean, era domador de animales, domesticaba caballos, asnos y perros. Formaba pareja con Bertrand a la hora de escenificar sus números cómicos”.
El príncipe parece confundir el francés con el catalán, de manera que el tal Jean debe ser el clown referido por el capitán Luis Azpeita. Traducido Jean al castellano debe corresponderse con Juan (Torres). Estaríamos posiblemente ante un clown catalán de origen jerezano. La arraigada afición por la cría y doma del caballo en esta localidad gaditana podría explicar sus orígenes dentro de un circo ecuestre.
Conjeturas todas que nos llevan a pensar que esa familia catalana de “Don Cirilo LLop”, relacionada con el circo en 1892 pudiera ser realmente Torres, apellido común con poco tirón de cartel que sería sustituido por el de Llop (Lobo) a la hora de presentarse ante el público catalán y balear.
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